miércoles, 13 de julio de 2022

Sobre el incendio de la Dehesa del Sacromonte, de Granada, del 29 de mayo de 2022. Por alusiones

Apuntes de castellano, periodismo y política peninsular – 5  

 


Valle del Darro y Abadía del Sacromonte (31 de mayo, 2022)

 

La política de la corrección lingüística y la discriminación positiva, lo creo sinceramente, enmascaran mucho más de lo que contribuyen a paliar o a solucionar los problemas sociales y, en realidad, cualquier otro asunto como este sobre el que quiero tratar. El fenómeno no se circunscribe a la política y al ámbito de los gobiernos locales, regionales o nacionales. Hace mucho que buena parte del cuarto poder se sumergió en esa corriente, por el control institucional y las subvenciones, por la cómoda recurrencia a un lenguaje más inclusivo pero a menudo agramatical e impreciso, por puro papanatismo o por todo junto.

 

Según la prensa local y otros medios de comunicación nacionales, que supongo que reproducirían la noticia literalmente, el día 29 de mayo después de las cuatro de la tarde, una barbacoa desatendida provocó un incendio en el Cerro de San Miguel. En las primeras informaciones, los dos sospechosos de haber provocado el incendio eran unos "excursionistas". Cuarenta y ocho horas después, se les llamó "jóvenes que acampaban" y se hablaba de 170 hectáreas quemadas en el valle del río Darro. Por cierto, leyendo los artículos de prensa, parecía que aliviase saber que ambos jóvenes, mayores de edad, ya estuviesen en libertad provisional, con cargos.

 

A mí, personalmente, me alivia poco que anden sueltos unos irresponsables probados, sean cuales sean sus creencias, edad, estilo, etnia, orientación sexual o régimen alimenticio. Por ese motivo y por alusiones, más que sobre el suceso y los antecedentes conocidos y silenciados, me he propuesto censurar las inveteradas costumbres de no "llamar a las cosas por su nombre" y de "mirar para otro lado", que van de la mano. Los excursionistas y los jóvenes, al parecer, podemos aguantar el chaparrón, pero los responsables verdaderos no. ¿Por qué?

 

Es cierto que en las inmediaciones de la Ermita de San Miguel Alto, en la zona Sur del Cerro de San Miguel y parte alta del Haza Grande, hay una explanada que sirve como área de descanso y pernocta para viajeros con autocaravanas. De modo que, en principio, era razonable no dudar de la prensa y aceptar que hubiesen podido ser dos viajeros los perpetradores de la barbacoa, en un monte cuya hierba había comenzado a amarillear por el calor y en un día en que la brisa podía hacer que toda la Dehesa del Sacromonte prendiese rápidamente.

 

Por otro lado, como alternativa, cabía preguntarse qué clase de excursionistas acarrearían un equipo de barbacoa por esos montes. Como excursionista y asiduo de la zona, no me parecía concebible ni digno y, desde luego, no creo que ninguno de mis camaradas senderistas y montañeros haya intentado ni intentase nada parecido jamás. No es lógico ni práctico ni nada que pueda expresarse con esdrújulas ni es el objetivo de una excursión, que tiene un carácter más deportivo que gastronómico.

 

Bien pensado, lo más probable es que el incendio ni hubiese sido provocado por campistas autorizados ni hubiese sido provocado por deportistas o excursionistas si medió una barbacoa. ¿Qué perfil de individuos -he aquí una expresión periodística más sutil y en absoluto ofensiva que, sin embargo, ha caído en total desuso- podía cometer esa insensatez criminal? Aportaré un par de pistas. El puntal Sur del Cerro de San Miguel no ardió, lo que elimina la posibilidad de que la barbacoa se hubiese encendido en la explanada de la ermita. En cambio sí es un hecho conocido que, desde hace varios años, hay moradores acampados permanentemente en las laderas de la parte oriental del Cerro de San Miguel, la zona en la que ambos individuos pudieron causar el incendio; incendio que se extendió hasta la cota de los 950 metros y que fue detenido unos 80 metros al Este del Centro de Transmisiones nº 15 del Ejército de Tierra, que luego se propagó al monte Manflor, avanzando a unas decenas de metros por encima de la Abadía del Sacromonte, y que alcanzó al Monte Jute y a la Loma del Hospicio.

 

Cerro de San Miguel y Sacromonte (31 de mayo, 2022)


 

¿Por qué la prensa no mencionó los campamentos ilegales? Tengo que insistir. Mi hipótesis es que el encubrimiento o la ocultación de las evidencias no respondan tanto al afán de proteger a los okupas de las laderas de la Dehesa del Sacromonte como a cierta lealtad debida a la autoridad a la que correspondiesen los deberes de conservación y de vigilancia del enclave forestal y que, claramente, no habría hecho cumplir la normativa de ámbito autonómico que prohíbe la acampada libre, es decir la Ley 2/1992, de 15 de Junio, "Forestal de Andalucía" y el Decreto 26/2018, de 23 de enero, de ordenación de los campamentos de turismo (...) de la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía. Demasiado bien sabemos que la gran preocupación de muchas administraciones y del periodismo mediocre, o endeudado, es atenuar el alcance de una noticia, más que señalar y, a la postre, prevenir o perseguir las conductas delictivas, inmorales e irregulares, así como las omisiones que propician determinados actos y sucesos.

 

Helicóptero refrescando el Barranco del Teatino y Loma del Hospicio, a la derecha
(31 de mayo, 2022)


El mismo helicóptero sobre el Monte Jute (31 de mayo, 2022)


 

Entre la temida -pero desigualmente formada e informada- opinión pública, estoy seguro de que todavía habrá defensores de los que no respetan nada, público o privado, como si esos hijos de Atila no debiesen contribución u obligación alguna a cambio de las comodidades, los derechos y los servicios públicos, pisoteados e impracticables para los demás ciudadanos tras su paso. ¿Entenderán alguna vez esos "abogados de pobres" que, por la felicidad y la libertad mal entendidas de unos y consentidas por otros, pierde toda la sociedad? ¿Por qué hay que tolerar tal cosa? Aunque la expresión no guste en estos tiempos en que, si acaso, preferimos practicar la inefable "tolerancia 0", hay cosas que son intolerables; lo cual no nos convierte en intolerantes a los que lo proclamamos.

 

¿Mas, quién puede estar libre de culpa? El que escribe no. Por eso me gustaría concluir expiando la mía con esta confesión: yo mismo he sido uno de esos tolerantes Iberian style –por no decir gilipuertas– que, conociendo la okupación de los cerros de San Miguel y Manflor, no había denunciado el hecho aunque se me había pasado por la cabeza en numerosas ocasiones. Creía que para eso estaban los agentes y los guardas forestales. ¡Qué ingenuidad la mía, a mis años! De modo que ahora toca esperar algún lustro antes de volver a las sendas de la Dehesa del Sacromonte sin la rabia y la vergüenza de haber callado y -si pudiera ser, por favor- con el consuelo de que los incendiarios y la administración negligente hubieran afrontado las reparaciones y las indemnizaciones pertinentes.

 

De izquierda a derecha:
Cerro de San Miguel, Monte Manflor, Monte Jute y Barranco del Teatino
(31 de mayo, 2022)


 

miércoles, 25 de marzo de 2020

No pasa nada. El coronavirus nos sienta bien. (2)


Apuntes de castellano, educación, sanidad y política peninsular (IV)  



(Continúa)


Repasaré, más o menos cronológicamente, varias señales que no fueron tomadas en consideración.

El día 31 de diciembre de 2019, el Gobierno de la República Popular de China informó a la OMS sobre el brote de COVID-19 (COronaVIrus Disease) localizado en Wuhan. Inmediatamente China emprendió la construcción de dos hospitales para tratar a la población infectada. Viniendo de una potencia tan hermética, y fábrica del planeta, el asunto debía dar que pensar.

Se sabía que la globalización traería la epidemia convertida en pandemia tarde o temprano. Sin embargo, en los pasos fronterizos de los aeropuertos y puertos españoles, los pasajeros y las mercancías continuaron yendo y viniendo del extranjero, China incluida, sin control de la Policía Nacional ni del Ministerio de Sanidad. Como sabes, en España “controlar” connota “reprimir”.

Es de suponer que, por esa razón, tanto autoridades como instituciones no gubernamentales animaron a la población española a participar en las marchas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Antes se había permitido que miles de forofos siguieran a sus equipos deportivos al Norte de Italia –el foco principal de la pandemia en Europa– y a otras ciudades;  y después se permitió que 240 tifosi, que viajaron por su cuenta y riesgo, transitaran libremente por las calles de Valencia mientras se jugaba a puerta cerrada el partido de Champions League Valencia C.F.-Atalanta Bergamo Calcio del día 9 de marzo. No pasaba nada, excepto el esperpento.

Entretanto, buena parte de la población siguió tosiendo y estornudando como sabía –en estéreo surround (envolvente) y en las manos– y muchos siguieron arrimándose a los acompañantes casi íntimamente; hasta que el día 14 de marzo se empezaron a difundir las recomendaciones básicas de higiene personal y de salud que ya hemos aprendido y casi toda la población practicamos.

Hoy, los pasos fronterizos exteriores y los interiores del espacio Schengen están controlados por fin, gracias a que el mundo entero se ha adelantado a prohibirnos el acceso y cerrarnos las fronteras; una precaución esencial, que nos han impuesto desde fuera. Felicito a esos países. El nuestro es ahora uno de los más infecciosos.

La inmensa mayoría de la población estamos confinados en casa, observando las instrucciones recibidas, aunque queden contumaces, descerebrados, irresponsables o qué sé yo que creen que no pasa nada por salir a hacer deporte o por viajar a su segunda residencia para pasar el fin de semana. En honor a la verdad, también hay miembros del Ejecutivo que no han dado ejemplo.

El acúmulo de negligencias y torpezas es demasiado extenso para no preocuparnos y sentirnos totalmente protegidos, como ha pedido el Gobierno. “La ciencia”, como dice el Presidente, puede haber actuado bien, ya se verá. Pero es obvio que nuestros gobernantes no reaccionan a tiempo. La estela sinérgica de los gobiernos de Zapatero y de Rajoy es alargada, como la sombra del ciprés.

La soberbia también juega su papel. Seguramente se creían que nuestro modélico, y universal, sistema sanitario haría frente a cuanto viniese. Posiblemente habría sido así de haberse adoptado una serie de medidas graves e impopulares, pero necesarias; la primera de las cuales, en pura lógica, era controlar los movimientos y el estado de salud de los residentes y de los viajeros.

Foto: Madridiario

La suerte está echada. Las pérdidas humanas y los sacrificios serán terribles para muchos conciudadanos. Ha llegado la hora de asimilar que la libertad, que tan cara vendemos los españoles, no vale nada sin el sentido del deber y de la responsabilidad, y sin la aceptación de los sacrificios que exijan las circunstancias. Esa es la lección que hemos de aprender.

Por lo que se refiere a la nación, el coronavirus debe sentarle bien al carácter ibérico. Nuestra sociedad tiene que recobrar las cualidades y los valores abandonados en su errático rumbo, entre el progreso y el regreso; entre el sueño democrático, a veces quimérico, y el eterno retorno al conflicto entre las Españas. Las cosas que se dicen y se hacen importan, traen consecuencias.

Me gustaría pensar que, al acabar, este trance habrá dejado huella en todos nosotros. Me gustaría pensar que la actitud de los fatalistas, irreflexivos o irresponsables del “eso es así” y del “no pasa nada” habrá quedado herida de muerte. Tenemos que responsabilizarnos más y no podemos fiar el bienestar y la seguridad a la clase política y a los sucesivos gobiernos en precario.

La globalización y la macro-economía, conceptos que solo sirven al neoliberalismo capitalista, no pueden ser las prioridades y las excusas para no hacer nada. La buena educación y la Educación, la investigación científica, la Sanidad y el sector agroalimentario, que nos están salvando la vida, son bienes comunes sagrados y no pueden continuar siendo arrastrados por la arena del circo político.

Ojalá salgamos mejor parados de esta guerra vírica que de la guerra civil-dictadura-transición, que se prolonga 80 largos años. ¿No es hora ya de pelear y trabajar juntos?

Si la política regresara a la trifulca permanente y a la mono-distracción paralizante de la Generalitat independentista de Cataluña, si volviésemos a nuestros grandes o pequeños egoísmos incívicos, si volviésemos a nuestras vidas llenas de cosas de caducidad inmediata, como si nada hubiese pasado; creo que entonces desearía fervientemente solicitar la nacionalidad nepalí.


Que Dios reparta suerte (1983)

No pasa nada. El coronavirus nos sienta bien. (1)


Apuntes de castellano, educación, sanidad y política peninsular (IV)  







En efecto, la crónica televisada de esta pandemia anunciada me ha sentado tan bien que heme aquí de nuevo, al cabo de más de veinte meses enredado en mudanzas, menesteres y distracciones desde la entrada anterior, en el décimo día de alerta nacional. Así que, querido lector o lectora, ten paciencia y léeme hasta el final antes de juzgar si hay acierto o yerro en esta reflexión.

Atendiendo al acervo del castellano coloquial, España es un país en el que nunca ha pasado nada, hasta ahora. Pongamos por ejemplo dos de las innumerables situaciones a las que aplicamos ese dictamen idiosincrásico tan marcado no solo en el habla castellana de la Península ibérica sino también en el proceder de muchos hablantes.

Sabemos que está prohibido fumar a la entrada de los hospitales, sin embargo la gente fuma y se afana en dar forma a esos gloriosos arcos triunfales de humo que los no fumadores también debemos atravesar para entrar, igual que en cualquier otro sitio. Debo de ser un cascarrabias intolerante que no quiere ver que “eso es así”. El caso es que “no pasa nada”.

Aunque sabemos que un banco, de sentarse, consta de asiento, respaldo y patas; abundan los usuarios que se sientan en el respaldo y posan los pies en el asiento. Y qué suele pasar. Pues nada, no pasa nada. Incluso la autoridad debe cuidarse mucho de amonestar a nadie, grande o pequeño, que desee tomarse la libertad-ad-hoc de empolvar, embarrar o enmerdar el asiento.

Bastan esos dos ejemplos, extrapolables a casi todo en este país, para extraer algunas conclusiones. A los españoles no se nos educa para ser disciplinados ni responsables. Es más, nos parece represivo y lesivo para nuestros derechos que nos recuerden las normas; y pensar en el prójimo o anteponer el bien común parece ser cosa de tontos… El cóctel mólotov anti-sistema made in Spain.

Las palabras disciplina y orden suenan a dictadura en el oído ibérico. Pocos asumen su responsabilidad cuando se equivocan. Inculcar buena educación y respeto se considera adoctrinamiento. Suspender al estudiante que no estudia está mal visto hasta por la Inspección educativa, a veces. Reprender a un niño que se porta mal es severidad: como “es un niño”.

Este es el país al que ha llegado el COVID-19, el país de la actitud pseudo-estoica y de la coletilla “no pasa nada”. No me cabe la menor duda de que ambas cosas han propiciado que hoy seamos una de las potencias mundiales, modestia parte, en contagios por la pandemia. ¿No podríamos haber evitado el lúgubre honor de ser uno de los países con mayor porcentaje de defunciones?

Convencido de que sí, que era evitable despuntar de esta manera, hace alrededor de dos semanas me propuse escribir esto que lees, el día en que oí decir al Director del Centro de Coordinación de Alertas Sanitarias que, si su hijo quisiera acudir a no recuerdo qué encuentro multitudinario en Madrid, él le diría que podría hacer lo que quisiera, literalmente.


Durante las largas semanas en que aún “no pasaba nada” oficialmente, el Doctor Simón dio la cara en nombre de “la ciencia” y del Gobierno  –que, supongo, le apuntaba qué decir desde detrás del emblema del “Gobierno de España”– hasta ser sustituido el día 13 de marzo en la gestión de la crisis por los ministros de Interior, Defensa, Transportes y Sanidad, y por el propio Presidente.




Antes y en torno a esa fecha, todavía el repertorio de frases irresponsables fue más allá del “no pasa nada”: “no hay que exagerar”, “no es para tanto”, “hay que mantener la calma” o “no debemos alarmarnos” –recomendaban los más templados confundiendo la calma y la alarma con la inacción– o “el estado de la cuestión está bajo control”, ¡valiente circunloquio!

A favor de mi argumento contra esa clase de templanza –falta de previsión y valor, más bien– tengo a la Organización Mundial de la Salud (World Health Organization), nada menos y nada más por lo que hemos visto: ningún gobierno de la UE –España e Italia probablemente los que menos– hizo caso de sus reiteradas exhortaciones, en enero y febrero, a adoptar medidas contundentes.

Bien por confiar en la hipotética responsabilidad cívica y en las buenas costumbres sanitarias de la población –cosas que, por cierto, no suelen enseñarse en los centros educativos– bien por temer la reacción ante las impopulares medidas necesarias para prevenir una pandemia en ciernes; se permitió a la gente seguir actuando “a su puta bola”, he ahí otro neologismo coloquial.


lunes, 27 de agosto de 2018


Senderos para viajar a otro tiempo: Taramundi.    

Por los cerros de la Península – 12. La Ruta del Agua (PR AS-17) y PR AS-102.1. Concejo de Taramundi. Comarca Oscos-Eo. Principado de Asturias.  


Taramundi. Monte Carranco, al fondo

Nos proponíamos descansar de una recién consumada travesía de siete días por el Parque Nacional de los Picos de Europa, abandonando toda la premura por alcanzar los refugios antes de que las nieblas se condensasen aún más o por eludir las tormentas vespertinas de la penúltima semana de julio. Con As Veigas de Taramundi la intuición se transformó en un acierto pleno.

No obstante el cuerpo nos pedía seguir haciendo kilómetros a pie, hasta para comprar el pan, la miel o el queso. Nos sentíamos más animosos que Caperucita recogiendo florecillas para la abuelita. En comparación, los 8 kilómetros de carretera entre As Veigas y Taramundi se figuran más largos que los poco menos de 6 kilómetros de sendero entre ambos núcleos; y, desde luego, que la Ruta del Agua (PR AS-17) pase por tu misma puerta incita también.

Cada paso por el bosque atlántico de los montes y ríos de este recodo occidental del Principado de Asturias agasaja al caminante con la frondosidad de su vegetación y las aldeas, diseminadas por el camino, ofrecen notables testimonios etnográficos de las actividades tradicionales, destacando los batanes, los lagares, los mazos o herrerías, los molinos, las queserías y los talleres de los cuchilleros.

Construcción de pizarra, camino de Os Teixois. Las Mestas

La Ruta del Agua (PR AS-17). Taramundi – Mazonovo (inicio) – Cascada del Arroyo de la Salgueira – Esquíos – As Veigas – Sela de Muller – Os Teixois – Puente de La Sacada (río Turía) – Esquíos – Mazonovo – Taramundi. ± 14 kilómetros.

Hoja 25-III - MTN 1:25.000 del IGN

Un placentero sendero, perfectamente conservado y señalizado, que permite disfrutar no solo de los puntos de interés etnográfico y fluvial sino también de los abedules, los avellanos, los brezos, los castaños, las hayas, los helechos, los prados, los robles carbayos, los tojos, etc. Iniciando la ruta desde Taramundi, el Mesón-Taberna de As Veigas es una parada estratégica muy recomendable. No se me ocurre casi nada mejor que su tortilla de cabrales –una jugosa tortilla de patatas con queso– y su excelente churrasco, con sidra, para reponer fuerzas a mitad del recorrido.

Llegada a As Veigas desde Esquíos (PR AS-17) 

Hórreo y Casa del cura (alojamiento rural), desde el mesón-sidrería de As Veigas

El PR AS-102.1. Santamariña – (Molín) – Teixo – (La Fonte) – Las Mestas – Os Teixois – (Monte de Santamariña) – Almallos – Santamariña. ± 12 kilómetros.

Hoja 25-III - MTN 1:25.000 del IGN

Bastante menos conocido y no tan bien conservado y señalizado en todos sus tramos. No basta con caminar pendientes de la señalización: hay que anticiparse en algunos desvíos y andar atentos cuando el bosque se cierra sobre la senda. En pocas palabras, conviene llevar mapa y saber a dónde se quiere ir. El tramo de Santamariña a Teixo, por los arroyos de Las Mestas, es de pista forestal. El empinado tramo de zigzag de Sela de Muller (ver mapa: puntal Noroeste del Monte de Santamariña) está cubierto por la fronda, por lo que la mejor alternativa –a pie– entre Os Teixois y Almallos es una senda ancha que lleva a la pista de Formigueira y, de ahí, a la cuerda de Almallos.

Mención aparte merece el Restaurante Los Arándanos, en Almallos. Sirvió de pretexto para hacer la ruta que acabo de comentar, un pretexto perfecto. Dudo que alguien haya cubierto el PR AS-102.1 antes de regalarse una comida allí porque, verdaderamente, no es necesario. Los Arándonos es un objetivo en sí y se puede llegar por carretera desde Santamariña. Este acogedor restaurante con vistas al valle del Turía y a los collados limítrofes con Galicia centra su cocina en los guisos tradicionales y en las carnes autóctonas pero también sorprende por la creatividad de su carta, en la que los frutos rojos, que ellos mismos cultivan, son omnipresentes. El trato es excepcional.


Restaurante Los Arándanos. Almallos

As Veigas, desde la Casa del Cura. Valle del río Turía


Saludos a Rosa y Alfredo,
nuestros serviciales anfitriones del Centro de Turismo Rural de As Veigas.