lunes, 27 de julio de 2015

Jogging about in Prague 


View over the River Vltava from Hanavský pavilon. Letenské sady

Yes, I have been back to the capital city of the Czech Republic for the second time in a year. Apparently the students on last year educational trip spoke highly of my keen performance as a tour guide so the students on this year trip asked me to join them too. I simply had to agree.

Going back to nice places whenever possible is fine, no matter how many other interesting places keep awaiting you. Indeed, even within a year´s time, plenty of good reasons to revisit a beautiful part of the world could be listed. But there is no need to panic as the first obvious reason will do: the better you get to know the place, the more intense the experience should be.

After the 2014 trip, my motivations to travel back to Prague at the first opportunity were quite a few: calling at some pubs and bistros such as U Hrocha (The Hippopotamus) or U Zlateho Tygra (The Golden Tiger), which I missed; visiting Kostel Sv. Mikuláše (Saint Nicholas Churh) –the most prominent Baroque church in the city–, which I also missed; dining out at King Solomon, one of the Kosher restaurants in Josefov, the Jewish quarter; getting impregnated with the old quarters charming –usually bewitching– architecture; strolling about on the countless delightful parks and squares and by the Vltava banks again; etc. There are certainly so many attractions and amusements, not all of them need extra publicity though.

Despite the multiple demands of this group of twenty-seven teenagers, last June I met my targets along with one unexpected pleasure. On travelling by my myself, I have practised jogging as a way of both keeping fit and exploring the surroundings to find rare spots. This time my dear colleague Eva, the other teacher in charge, would not skip a single early morning running break. Neither would I, but for one morning (keep the secret for me, will you?). Who needed our hotel beer spa? Not us, I am telling you.

So there we were –my personal trainer and me– up at seven o´clock and ready to jog along either new quarters or known ones in a new light. Provided dawn breaks at about 04.15 a.m. at that latitude at the beginning of Summer, 07.00 a.m. does not sound that harmful once you are in the mood. Furthermore, you are sure to do without some hundreds of touring groups all around.

Here are the four really enjoyable tracks that we improvised, just in case anyone might like to help themselves. Had we had just one more day, we would have loved to run up to Petřín. Who knows? Maybe next year.

Four running tracks.
Popout map of Prague - Compass Maps Ltd / El País-Aguilar

Blue track (1) – June 23rd. Fügnerovo náměstí (Fügner Square. Nové Město) – náměstí Míru (Peace Square. Vinohrady) – Rjegrovy sady (Rieger gardens. Vinohrady) – And back. 6 kilometres (3.7 miles) or longer after some laps around Rjegrovy sady and some random running in the so called ‘Vineyards’ town. Gentle hill slopes, 19th century urbanism and good cafés, pubs and restaurants.

Red track (2) – June 24th. Fügnerovo náměstíPark FolimankaVyšehrad (South Citadel) – Vltava East BankFrank Gehry Dancing HouseJečnáFügnerovo náměstí. Some 4 topographical kilometres (2.5 miles), however mind the sort of tough hill slopes by Park Folimanka and Vyšehrad. Beautiful 360° panoramic views. On Saturdays, you can restore yourself at the tempting wholefood market on the East Bank.

Yellow track (3) – June 25th. Fügnerovo náměstíJečnáJiráskův most (Jirásek Bridge) – Vltava West BankMalá Strana (Lesser Town) – Karlůvy most (Emperor Charles IV Bridge) – Vltava East BankFrank Gehry Dancing HouseJečnáDvořák MuseumFügnerovo náměstí. Less than 6 kilometres (3.7 miles), hardly any steep as long as you do not try Petřinské sady heights. Before 08.00 a.m. you can still see Karlůvy most cobblestone! Malá Strana is the quarter to go for outdoor indulging over and over.

Black track (4) – June 27th. Fügnerovo náměstíSokolská / MezibranskáVáklavské náměstí (Wenceslaus Boulevard) – Staroměstské náměstí (Old Town Hall Square. Staré Město) – Pařižká (Paris Boulevard. Josefov) – Čechův most (Čech Bridge) – Letenské sady (Letná gardens) – And back. 8 horizontal kilometres (nearly 5 miles). Tough steps up to the ‘Terrace’ of Letenské sady and its giant Metronome, which can be far nicer a sight than the 98 ft. colossus of Stalin could ever be. Breathtaking views over the city and the River Vltava.

Estates on Fügnerovo námestí. Nové Mesto

Jecná. Nové Mesto

Karlovo námestí. Nové Mesto

Park Folimanka from Vysehrad walls

Leopold's Gate. Vysehrad

View over the River Vltava from Vysehrad walls

View over Malá Strana from Prazsky hrad (the Castle of Prague)

Coffee shop in Trzisté. Malá Strana

John Lennon's Wall. Velkoprevorské námestí. Kampa

River Vltava and Karluv most from Legií most

Celetná corner. Staromestské námestí

Obecní Dum (Municipal House). Staré Mesto

Havelská Market. Staré Mesto

Maiselova. Josefov (Jewish quarter)

River Vltava and Prazsky hrad from Mánusev most

Information office. Old Town Hall. Staromestské námestí

Old Town Hall. Staromestské námestí

The Metronome. Letná Terása

Hanavský pavilon dome. Letenské sady


With my best wishes for the fellowship of the running thing:
Cristina Marco, Carlos Cañavate and Eva Moreno.

Thank you very much, whole lot (all twenty-seven plus one).
I wonder if you would invite me again... Never mind, I would come anywhere.


domingo, 19 de julio de 2015

Adiós, María Dolores 

Afinidades y simpatías político-ideológicas aparte, hoy quiero celebrar con vosotros mi equivocación acerca de la reelección de María Dolores de Cospedal como presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Yo la creía inevitable y me equivoqué. Comprended que no pida perdón, voy a explicarme ahora mismo; y no os enojéis por la interjección de júbilo del final.




Un gobernante debe gobernar, es decir debe gestionar recursos económicos, humanos, materiales, etcétera, respetando la Constitución y el ordenamiento jurídico del Estado, trabajando con transparencia y siguiendo el programa electoral de su partido. Por lo tanto siempre debe actuar en conciencia y en justicia, incluso cuando se propone favorecer a determinados grupos. Pero nunca debería actuar, ni consciente ni inconscientemente, en perjuicio de colectivos profesionales o sociales inculpándolos públicamente, para colmo, de su caída en desgracia.

No hay peor gobernante que aquél o aquella que gobierna con rabia y que divide a los ciudadanos mediante el enfrentamiento sistemático. Lo mismo puede decirse de cualquier jefe que ya enfrenta ya infama a sus subordinados según las circunstancias. ¿Qué espera ese perfil de líder de los demás? ¿El lametón sumiso del perrillo que se somete al amo aunque sea cruel?

Me imagino que por maniqueísmo, el gobierno saliente se ha ensañado desde el principio contra su propio personal, los funcionarios, seguramente para justificar la designación de altos cargos de confianza –a dedo– no por su aptitud sino por su desapego a lo público. Por cierto, ¿cómo puede gestionar la Administración pública un alto cargo que no cree en lo público ni respeta al pueblo ni a sus trabajadores? ¿Y un gobierno en pleno?

El gobierno de Cospedal tenía aceite de ricino para todo el mundo: proveedores de la Administración, farmacéuticos, ancianos del medio rural a quince minutos –de helicóptero, supongo– del servicio de urgencias más próximo, niños desplazados de sus escuelas rurales, mujeres maltratadas, personas dependientes en general, manifestantes reclamando derechos, servicios o trabajos perdidos... Y así podríamos continuar hasta incluir la fauna y la flora de los “montes de titularidad pública en suelo no urbano”, susceptibles de venta en la Castilla-La Mancha de nuestra ex-presidente regional.

Esa política de actuación ha supuesto la reedición de las dos tácticas más toscas de los peores gobernantes y jefes de la historia de la humanidad. Por un lado, se ha aplicado la máxima clásica de “divide y vencerás”, fundamental para los antiguos emperadores y virreyes, útil para sostener dictaduras, todavía válida para ganar batallas y guerras, cierto, pero indecente para gobernar en democracia. Y, por otro lado, se ha puesto en práctica el eslogan más bien cinematográfico de “coge el dinero y corre” o, parafraseándolo liberalmente, privatiza y lárgate a toda leche.

Visto lo visto, los recortes casi han sido lo de menos. Cuando estás convencida de que tienes que hacer algo por necesidad, lo debes hacer por coherencia y por razón de Estado. Aunque, si te postulas como la abanderada de vanguardia de las políticas de austeridad de tu partido en el país, deberías ser coherente renunciando desde el primero hasta el último de tus sueldos y sobresueldos institucionales para dar ejemplo. Así en nombre de una austeridad única de aplicación universal, también para los altos cargos y los ejecutivos, la gente podría aceptar mejor que congelases sus salarios o que les secuestrases la paga extra o que ampliases su jornada laboral a cambio de nada o, directamente, que los destinases a las salas de espera del Servicio Público de Empleo.

Lo de más ha sido el cinismo con el que han tratado de hacernos ver lo blanco negro. Hay que tener jeta para intentar siquiera convencernos de que la mejor opción de la sanidad pública es la privatización: es decir, la cesión de instalaciones, equipos, profesionales y funcionarios públicos a empresas privadas… Permitidme la simpleza de recordar que toda empresa privada tiene ánimo de lucro. Luego, si la sanidad es un negocio rentable para algunos, eso quiere decir que es sostenible como servicio público. Sólo hay que designar a los altos cargos adecuados –funcionarios de carrera expertos en cada campo, con competencias, objetivos y responsabilidades bien definidos– en vez de colocar a dedo a altos cargos incapaces de coordinar y dirigir eficazmente a otros directivos.

Y lo peor, con mucho, han sido las maneras tardo-franquistas, autoritarias y represivas, que se han reimplantado en una administración pública democrática. Con el “acierto” de re-denominar a las tradicionales delegaciones provinciales de las consejerías como servicios periféricos, se ha instrumentalizado la Administración –con sus servicios de inspección y sus servicios jurídicos– no en beneficio de la gestión eficaz sino de la austeridad de la Administración pública y de la represión de los funcionarios. Toledo ha dictado medidas y los coordinadores provinciales –letrados de los servicios jurídicos de confianza– se han limitado a ejecutarlas insensiblemente y a apagar fuegos con la complicidad de los inspectores jefe, cometiendo prevaricación administrativa en la aplicación de normativa básica cuando ha sido preciso.

Entretanto, los malos trabajadores de la Administración –inspectores incluidos, que los hay– han seguido campando a sus anchas si eran amigos o correligionarios; al mismo tiempo que cualquier voz crítica, aún con pruebas documentales, ha sido silenciada por los servicios jurídicos de la Administración, envalentonada por la clausura de la justicia gratuita de Ruiz Gallardón. De modo que, alcanzando la cota máxima de retrogradación, también se ha llegado a sancionar y a aplicar normativa anti-constitucional sin reparo alguno.

Un ejemplo de lo último: el decreto que regula actualmente la elección de los directores de los centros docentes públicos en Castilla-La Mancha. En virtud del nuevo decreto, el proceso de elección deja de ser democrático y de garantizar suficientemente los principios de igualdad, capacidad y mérito, al entrar en juego el principio no escrito de “idoneidad ideológica” del candidato y de los representantes de la Administración en la comisión de elección. Si no, para qué querría una administración educativa controlar el 60% del voto en ese proceso.

Qué larguísimos cuatro años…

Por fin, el día 24 de mayo se abrió un horizonte que yo no tenía esperanza de ver aún. Gracias a los pactos –que, le pese a quien le pese, concuerdan muy bien con cualquier otro procedimiento democrático– se ha producido un prodigio. La fidelidad ciega, propia de los facciosos ignorantes y de los esclavos desbravados, y el desdén o la indolencia a la hora de actuar cuando y donde hay que hacerlo –en las jornadas electorales, por ejemplo–… ¿Son “rasgos ibéricos” que empezamos a abandonar? Lo escribo con reserva. Ojalá consigamos desterrar, para siempre, esos y otros atavismos ibéricos más.

Hay amores que matan y, cuando te libras de uno, tienes que gritar: ¡Aleluya!