martes, 23 de febrero de 2016

Huérfanos de la Belleza


Imposible no acordarse, no sólo en estas semanas de incertidumbre, de Ramón Trecet y de su célebre despedida diaria al finalizar Diálogos 3 (1986-2008), en Radio 3R.N.E. “Buscad la belleza…”, decía. “Es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo”. Seguro que vosotros también os acordáis.

Don Ramón era y sigue siendo ese señor que, con exquisita sensibilidad, nos inició a varias generaciones en las delicias de la música folk y de las llamadas nuevas músicas, por entonces; y es ese señor que, asimismo, ha compartido y aún comparte su apasionado conocimiento de la NBA y de la NFL norteamericanas con elegancia, sin estridencias, y con respeto no exento de humor por el intelecto del espectador de televisión.

La semana pasada lo oí intervenir en Discópolis, Radio 3, hablando con José Miguel López, que –por cierto– no me explico cómo ha sobrevivido a los Expedientes de Regulación de Empleo de R.T.V.E. Lo cierto es que me ha alegrado saber que el señor Trecet sigue en la brecha con su blog Huérfanos de Diálogos 3, igual que otros excelentes divulgadores de delicatessen musicales como Diego A. Manrique, maestro de ceremonias del también legendario El Ambigú (1992-2010) de Radio 3.

Así que aquí seguimos, con ese tibio gozo, huérfanos de aquellas dosis diarias de belleza balsámica. Por suerte, muchos discípulos aprendimos bien la lección. Este mundo puede ser asqueroso, de acuerdo. Pero tenemos derecho a buscar la belleza y a tratar, a veces, de tentar su estela efímera, epifánica, indefinible.

Os invito a escuchar…

Down By The Salley Gardens

Poema de William Butler Yeats (The Wanderings of Oisin and Other Poems – 1889), interpretado por CLANNAD (1979)

Down by the Salley Gardens, my love and I did meet.
She crossed the Salley Gardens with little snow-white feet.
She bid me to take love easy, as the leaves grow on the tree,
But I've been young and foolish, with her would not agree.

In a field down by the river, my love and I did stand
And on my leaning shoulder, she laid her snow-white hand.
She bid me to take life easy, as the grass grows on the weirs
But I was young and foolish, and now I am full of tears.

Down by the Salley Gardens, my love and I did meet.
She crossed the Salley Gardens with little snow-white feet.
She bid me to take love easy, as the leaves grow on the tree,
But I've been young and foolish, with her would not agree.

Down By The Salley Gardens - Youtube

Grá mo chroí


domingo, 14 de febrero de 2016

EL LÍDER IMPASIBLE. SEMBLANZA 

Habiendo presentado en la entrada anterior un sucinto catálogo de los líderes políticos ibéricos, tengo que admitir que se me escapó uno, acaso el tipo más escurridizo y extraordinario. Este líder cultiva como nadie la técnica de recular hasta el extremo de la multiplejia y de la invisibilidad. Se sabe que le gusta la pantalla de plasma para sortear esas preguntas aviesas y trabalingüísticas que los periodistas se empeñan en plantearle. En cambio, resulta difícil encontrarlo en las fotos en las que todo líder genuino debería aparecer. 

Como decía, se trata de un tipo de líder que escapa a cualquier intento de clasificación. Es un tipo híbrido, depurado hasta la sublimación y que ha asombrado, desconcertado y ejercido por la gracia de la fe ciega de sus correligionarios. No se conocen antecedentes, si bien pueden reconocerse en él rasgos de perplejidad más propios de algún Austria hechizado. Seguramente se comentará, con la perspectiva de los años, que lo más asombroso de dicha cumbre del liderazgo ibérico estriba en que su auge caprichoso y su declive necesario se producen anacrónicamente, a principios del siglo XXI, y que ambos se deben a la misma razón.

Algunos atribuyen el valor coyuntural de ese liderazgo a su origen gallego. Probablemente conozcáis esa ocurrencia estereotípica conforme a la cual nunca se sabe si un gallego sube o baja de la escalera. Pero esos mismos analistas probablemente crean también en la minusvalía laboral de los andaluces, en la pereza subtropical de los canarios, en la nobleza gentilicia de los castellanos, en la tacañería congénita de los catalanes, en las dotes para murciar de los habitantes del sureste peninsular, en la superioridad absoluta de la raza vasca, etc. Naturalmente, el rigor de esta clase de análisis es nulo.

Alcanzado este punto, lo que sí importa es si existe explicación al hecho de que un líder pueda convertirse en tal cosa sin hacer algo o poseer alguna cualidad digna de su rango. Cómo puede alguien llegar a ser y sostenerse como líder sin tomar decisiones o, más bien, sólo acatando las provenientes de Alemania y del BCE. Cómo se puede liderar sin conocimiento ni control de las actuaciones, demasiadas veces delictivas, de los subordinados. Cómo se puede gobernar sin carisma ni ganas de tenerlo. Cómo gobernar sin dar la cara, eludiendo actos, debates y ruedas de prensa. Cómo puede un presidente conducir a ninguna parte a su país sin ánimo de dialogar con nadie, ni con mayoría parlamentaria ni estando en minoría. Y cómo puede permitirse un presidente de gobierno no demostrar aptitud, valentía y voluntad para hacer algo ante un problema tan grave como el secesionismo, y dejar el asunto al poder judicial.

El hecho es que se puede y que, a decir verdad, el misterio del culto al líder impasible no es tal. Tiene una explicación tan lamentable como sencilla y no viene dada sólo por la ceguera selectiva, por el fervor o por el interés de los creyentes del partido. La necesidad de un líder como este es obvia en un periodo tan delicado como el actual. Cada semana, debajo de cada asiento y en cada territorio donde ha formado gobierno, al partido se le ha abierto una nueva causa de corrupción y se ha ventilado el tufo de las causas viejas, cuya instrucción progresa lentamente en los tribunales de justicia.

En la política, entendida al modo liberal, hacen falta tíos y tías que “aguanten” los chaparrones y los chuzos de punta impertérritos; tíos y tías capaces de proporcionar explicaciones imposibles sobre “indemnizaciones en diferido” y otras salidas similares para no admitir las evidencias de la corrupción consentida. Hacen falta tíos y tías con la jeta como el muro de Berlín o con candidez mariana para defender a los que no tienen defensa y tapar, con disimulo, que ha valido todo con tal de ganar pasta… Porque ese es el principio y el fin de la ideología liberal. Por eso sostienen que el Estado debe intervenir lo mínimo en las actividades económicas. Y, para eso, el líder impasible-invidente-invisible-multipléjico es insuperable.

Ahora bien, él -y sólo él- sí puede superarse a sí mismo. En los últimos días el líder impasible es noticia porque, contra su costumbre, se ha fajado para contraatacar a los adversarios. Se le ha visto y oído hablar con vehemencia ante los medios de comunicación. Había rehusado ante S.M. la encomienda de formar gobierno, tras haber “ganado” las elecciones generales, y ahora dice que lo más “razonable y sensato” es que él y su partido presidan el gobierno. De repente le acucian las ganas, la necesidad, de conservar la presidencia del Gobierno de España. ¿Se lo habrán ordenado mamá Merkel y papá Draghi? ¿O será porque no le apetece poner las barbas a remojar, todavía? Señores periodistas, no se lo pregunten o recurrirá a un trabalenguas de los suyos.