SUEÑO
Ayer tuve noticias de la XIV Travesía por las sierras de Segura y de Alcaraz de la
Asociación Torcamajuelo, de Albacete. Una nueva travesía en la que tampoco
he podido participar. Sin embargo, las fotos que comparte Vicente Ríos, el
presidente, me recuerdan marchas memorables y momentos de camaradería por los
que siempre estaré agradecido. Con ellos comencé a conocer y a querer estas
sierras fronterizas. Para ellos este recuerdo recreado de un final de ruta de
una de las primeras travesías. Sueño es otra pieza breve de La
teoría del polvo. Cuentos de las Sierras de Alcaraz y del Segura.
Con los pies martirizados por aquellas botas indómitas, hambriento y somnoliento, procedente de Santiago de la Espada por los Poyos de la Toba, divisé las luces acogedoras de Miller al alcanzar el collado. A lo lejos sobresalía Góntar titilante desde sus terrazas más allá de Las Juntas, que ve confluir los ríos Segura y Zumeta.
Una
lúnula creciente resplandecía en la fría noche de diciembre como si fuera llena. Me acompañó un buen tramo del carril y,
llegando al barrio alto, invadió una Península Ibérica surgida del éter,
perfecta, rosada aún y bañada por un cielo azul marino.
La
media luna traspasó el corazón de la nube. El resplandor fue entonces mayor.
Los contornos peninsulares se difuminaron y únicamente las regiones más
nebulosas, las cordilleras Cantábrica y Carpetovetónica, los Pirineos y el
Sistema Penibético negrearon.
En
pocos segundos la luna bicorne desembocó por donde acostumbra el Tajo. Navegó
inciertamente durante un suspiro y se ahogó en un nubarrón denso. Me detuve.
Esperé. Deseé su emersión y desesperé. Reanudé la marcha. La nube ibérica
corrió igual suerte al instante.
Los
pies presintieron el agua cortante de las acequias. El estómago, los bocados de
cabrito que me repondrían. El sueño me había abandonado.