La huella superlativa
¿Se puede escribir
al día siguiente del fallecimiento del Comandante Castro con objetividad cuando
a uno lo mueven unos sentimientos tan encontrados? ¿Se puede escribir hoy algo
sentido sin ofender a ningún cubano? La fascinación fraternal, histórica y
sentimental de muchos españoles por la Gran Antilla y su gente es, a menudo,
idealista y visceral.
A título
personal, descubrir de joven que un bisabuelo luchó allá destapó la caja del
interés y de las intuiciones. Después, las estampas fotográficas y literarias de
la isla, el olor a café recién hecho por las mañanas, el folclore, el habla, el
orgullo y la vitalidad de los cubanos, su historia reciente y tantas cosas más
han estimulado desde la distancia la imaginación de este peninsular.
Sobre Fidel
Castro, el tremendo hombre, el patriarca bíblico-marxista que deja esa huella
superlativa en la historia –esperanzadora durante la revolución y terrible
durante el régimen inmisericorde que llega a encarcelar a viejos camaradas– ya
habla la prensa del día. Qué voy a aportar desde este modesto blog. Sólo me
propongo animar al pueblo cubano de un lado y al del otro a hacer algo.
La Cuba que
luchó por la emancipación del imperialismo colonial y del imperialismo
capitalista, la Cuba que derrocó la corrupción y se plantó frente al gigante insaciable,
la Cuba que ha soportado todas las calamidades con tal de no comprometer su
soberanía nacional… Y la Cuba que reclama la apertura del país, la que reclama más
derechos y libertades individuales y la liberación de los presos políticos, la
Cuba que en esta hora “celebra al difunto”. Ambas Cubas tienen algo importante
que hacer: reconciliarse.
El presidente
Obama ha dado pasos valientes que el presidente Trump quiere desandar. Amigos cubanos, no permitan que su futuro dependa de la voluntad
de ningún presidente de los Estados Unidos. Ustedes son los que tienen que
perdonarse, reencontrarse y vivir en paz. Necesitan hacerlo, sin prisa pero sin
pausa, con el amor a su hermosa isla y a la misma bandera –no es poco, se lo
aseguro– por delante del rencor. Aprópiense ese éxito.
Yo no te pido. No me pidas (1975) - Pablo Milanés |