Un país enfermo
A propósito de “Utilizar a las víctimas”, el lamentable artículo de opinión de El País de hoy, día 16 de marzo de 2.018, acaso la respuesta que podría estar más a la altura sea… ¡Un poquito de por favor! (*)
Pleno del Congreso de los Diputados. Juan Carlos Hidalgo (EFE) |
¿Por qué la “nueva”
izquierda antepone la rehabilitación del criminal a la ejemplaridad de las
penas y a la seguridad de la sociedad? ¿Por qué se cree en el deber de amparar
a los peores individuos? La gente de bien de cualquier ideología está hastiada
de tantas garantías para los condenados –asesinos, delincuentes, maltratadores, terroristas, traficantes, violadores,
etc.– y tan poca protección no sólo para las víctimas y las víctimas potenciales, que
somos tod@s, sino también para los cuerpos de policía.
España no puede seguir
siendo el paraíso de criminales como el
Chicle, del que hace pocos días trascendió su convencimiento de que en
siete años estaría fuera de la cárcel así como el afán de hacer fortuna con su
historia. Jamás entenderé por qué un recluso ha de obtener ningún tipo de
beneficio antes de cumplir la condena, sin el arrepentimiento ni la expiación
completa. Sabemos que no pocos criminales reinciden en los días de permiso.
Los expertos de despacho pueden decir misa si quieren, pero es la gente la que muere asesinada por sujetos con múltiples antecedentes penales; son las mujeres las que vuelven a ser maltratadas y violadas, con previo aviso muchas veces; somos el 80% de los ciudadanos los que demandamos más contundencia con el narcotráfico, el terrorismo, la trata de personas, etc.; y, por supuesto, somos la gente honrada la que pedimos más dignidad y más respaldo para las fuerzas de seguridad del Estado.
Los expertos de despacho pueden decir misa si quieren, pero es la gente la que muere asesinada por sujetos con múltiples antecedentes penales; son las mujeres las que vuelven a ser maltratadas y violadas, con previo aviso muchas veces; somos el 80% de los ciudadanos los que demandamos más contundencia con el narcotráfico, el terrorismo, la trata de personas, etc.; y, por supuesto, somos la gente honrada la que pedimos más dignidad y más respaldo para las fuerzas de seguridad del Estado.
Lamentándolo
solo hasta cierto punto, tengo que decir que no puedo reconocerme en esa
izquierda tan confundida, oportunista –no sé de qué ni para qué– y populista, por
parte de Podemos, y ahora también pro-populista, por parte del PSOE del señor Sánchez. ¿Qué derechos y
a qué sectores de la sociedad pretenden defender exactamente? Espero la respuesta,
aunque sé bien que no me satisfará.
(*) Salida notoria
y recurrente de uno de los personajes de la serie de televisión Aquí no hay quien viva (2003-2006) de
Antena 3, que recreó satíricamente la decreciente frescura intelectual del país
a través de los avatares de una comunidad de vecinos madrileña.