Fatalidad ibérica
Apuntes de castellano y política peninsular (I)
Existe en castellano una coletilla exasperante, al menos
para mí; una tosca gema incrustada a sangre y
fuego en el idioma y en nuestro –no sé si denominarlo– fatalismo, resistente fe en la
providencia o gregarismo ibérico.
Se trata de una locución que suele emplearse
para dejar en evidencia al idealista, al iluso o al inocente que ose no ya
quejarse sino comentar una circunstancia injusta o una conducta reprobable. Sus
usuarios se presentan como depositarios de una sabiduría atávica, una suerte de
pragmatismo idiosincrásico, imperecedero e incuestionable, resumido en tres
palabras que pueden desautorizar a cualquier español que no se conforme con
el statu quo. Atentos, queridos estudiantes de español, porque la frase implica
un corolario fatalista que conmina a la pasividad y a la sumisión.
Pongamos algunos ejemplos de uso en
respuesta a distintas apreciaciones generales y más o menos subjetivas. Si uno
dice que “las esquinas y los parques, en muchas ciudades españolas, huelen a
orines y a porro”, siempre habrá otro que replique diciendo: “¡Ea, eso es así!”.
Si en el trabajo, entre los amigos o en la familia nos lacera constantemente
algún energúmeno o alguna persona tóxica, siempre saldrá un abogado defensor que diga: “Hay que
entenderlo. Él es así”. Cuando una conocida página de venta online de entradas
para espectáculos se auto-compra por medio de una filial y, a la media hora, te
revende las entradas del concierto de Springsteen triplicando el precio de
venta oficial, será inevitable oírle decir a algún comprador habitual que “eso
es así”, en España.
Más ejemplos, a ver si yo mismo lo asimilo. El hecho de que todo
el mundo vocee en los bares españoles, eso
es así. Intentar colarse o irse de un sitio sin pagar, eso es así si quieres demostrar que eres “espabilao”. La costumbre extendida de tirar inmundicias por los
balcones y por la ventanilla del coche. En este país eso es así, ¿no? Tener preparado y soltar un sonoro exabrupto cuando otro conductor te pita por saltarte un
semáforo, eso es así por supuesto. Ir
al fútbol para drenar la mala leche, acumulada a lo largo de la semana, con
vituperios al árbitro y al otro equipo. Eso
es así, no seamos tan remilgados. Aunque, sin movernos de ese ámbito, la expresión
se refina cuando los entrenadores y los jugadores sueltan su notoria justificación polivalente, “el fútbol es así”, o
la tautología deportiva por excelencia de “el fútbol es fútbol”.
Calumniar a los mejores mientras se da crédito a los mediocres y a los embusteros: eso es así en virtud del igualitarismo
democrático, supongo; de hecho, cuando alguien tiene éxito, inmediatamente le
sale una legión de adeptos envidiosos. De
ahí, quizás, la tendencia de la Administración
pública a colocar en los puestos de responsabilidad a los más veteranos y
expertos –aunque la experiencia consista en calentar sillones, esquivar fatigas y
hacer oídos sordos– en vez de contar con el personal más cualificado y
diligente. Tanto los asalariados como los autónomos estaremos de acuerdo en que
eso es así. Entretanto, los servicios
de Inspección de la Administración nunca hacen nada con respecto a los trabajadores
que incumplen la normativa y las obligaciones. Si acaso se toman todo el interés al actuar contra los que critican esa mala praxis. Esto
último es así también, lo afirmo fehacientemente.
(Continúa en la siguiente entrada)
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