POR
LOS CERROS DE LA PENÍNSULA –
6
Sierra de los Donceles. Comarca de Hellín. Albacete
Colaboración
para la revista Zambra Digital – I.E.S. Justo Millán. Hellín
Cuerda de la Sierra de los Donceles |
Sin
ser un experto, creo que sería difícil hallar un topónimo más polisémico que el
de Sierra de los Donceles. Para los
forestales no hay duda, es la sierra de los pinos
donceles o piñoneros. Para los agricultores de estos fértiles campos bien podría
ser la sierra de los dulces frutos. Y
para los eruditos el catalanismo podría hacer referencia a quién sabe qué caballeretes del siglo XIII. Aunque también
podría haberse llamado la sierra de Aníbal, igual que el camino que la cruza, abierto
por el general en su ruta hacia el interior de la Península siguiendo el curso
del Río Segura. Pero no.
Nuestra
Sierra de los Donceles se extiende desde Las Higuericas, paraje próximo al
Puente de Azaraque, en Agramón (al Este), hasta Sierra Seca y Tavizna, en
Mingogil (al Oeste); obligando al Mundo a recorrer unos kilómetros más antes de
juntarse con el Segura. Desde su cuerda, sin necesidad de alcanzar el Pico
Donceles (808 metros), se domina una extensión de tierras de colorido y usos muy
diversos: arrozales, choperas, esparto, frutales, olivar, pinar, vid, saladares,
yesares, etc. Y, en todas las direcciones, emergen lomas y serrezuelas acotando
las polvorientas ramblas y las verdes vegas.
Pinos supervivientes del incendio de julio de 2012. Al fondo, a la izquierda, los Cerrones de Terche |
Restos del incendio entre el monte bajo. Al fondo, Agramón y la Sierra de Cabeza Llana |
Descenso hacia el Azaraque |
Ya
que no es posible contemplar los arrozales del Segura y el Embalse del Cenajo desde
aquí, las vistas más llamativas las proporcionan, al Norte, los Cerrones de
Terche, la Sierra de Cabeza Plana, el Calvario de Agramón, el Río Mundo a su
paso por la Finca del Azaraque (o del
manantial), el Pitón Volcánico de Cancarix,
en la Sierra de las Cabras; y, al Este, el Embalse de Camarillas y el promontorio
de caolín de La Camareta, en el Tesorico. Por cierto, las estancias del Eremitorio de La Camareta, con su emplazamiento y con sus inscripciones íberas y paleocristianas,
dejan boquiabierto al más pintado.
Después
de tantos años ya conduciendo por estas tierras camino de Andalucía, tengo que confesar
que no me canso de atravesarlas y que, desde que empecé a conocerlas más de
cerca, a pie, ejercen en mí una atracción difícil de explicar. De hecho, este contraste
violento entre los montes explotados hasta el agotamiento fitológico y los
montes boscosos, estos ondulantes campos de cultivo que producen oro vegetal
con un poco de agua, la herencia arqueológica y la intrahistoria de estas
tierras, la vista de las primeras estribaciones de la Sierra del Segura… Todo
esto produce cada día un efecto terapéutico en mí, en parte porque –que quede
entre nosotros– nunca me acostumbraré a vivir en una llanura.
A
los que tenéis la suerte de vivir en esta comarca, de ver los dientes de la
Sierra de los Donceles desde casa o de poder salir en bici a rodar por estos
caminos, os felicito y os animo a disfrutar. La naturaleza está ahí para eso, cuidándola
y estando dispuestos a defenderla de la contaminación, de la especulación, del
fuego, del fracking, de la
sobre-explotación y de lo que haga falta. Nuestros campos, montes y ríos no son
sólo algo nuestro, como difundía el Instituto para la Conservación de la
Naturaleza hace años. Son nuestra casa. Son nuestra propia vida. Que nadie juegue
con ella ni por todo el oro del mundo.
Embalse de Camarillas y La Camareta vistos desde Los Donceles |
Rebaño abrevando en el Camarillas. Foto de Paco Botella |
Entrada dedicada a mi amigo Joaquín Martí, in memoriam,
gran amante del deporte en la naturaleza y mejor persona.
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