martes, 13 de agosto de 2013

Iberoamerica no alma / Iberoamérica en el alma (I)

Dentro de unas semanas tendremos que volver a nuestros puestos de trabajo con el gesto torcido y el corte de mangas presto para el Fondo Monetario Internacional. De continuar en esa línea, cualquier año de estos se descolgará ya por completo de sus propósitos fundacionales recomendando abiertamente la semi-esclavitud laboral –al estilo de China– para las naciones y las federaciones de estados que quieran ser competitivas. Pero concedámosles todavía espacio a la naturaleza y a la lírica en nuestra alma (o llámese como quiera llamarse a aquello que nos hace humanos).


               


Durante mi estancia en la colombina costa de Huelva, paseando por  esas barras antillanas de arena, no ha parado de sonar en mi cabeza una dulce pieza de Milton Nascimento. A veces predominaba la guitarra del cantautor brasileño y, a veces, la voz y el contrabajo de Esperanza Spalding. Ponta de Areia (del álbum de 1975 Minas) es una buena muestra de cómo trasciende lo ibérico al fundirse en América con lo africano. Y la versión del álbum de la norteamericana Esperanza (2008) es una muestra de cómo continúa trascendiendo hasta el otro extremo del continente y del mundo.




La otra pieza que estos días he canturreado hasta la desesperación de mi hijo –en mi pésimo portugués– es A Felicidade, la composición de Antõnio Carlos Jobim para la película de Marcel Camus Orfeu Negro (1959), basada en la obra teatral de Vinícius de Moraes Orfeu da Conceição (1954): filosofía y poesía envueltas en bossa. Ni cabreados hasta el tuétano debiéramos desatender una sola de esas gotitas de efímera felicidad, asediada permanentemente por la “tristeza sem fim”.


Saudaçãos especiais, Brasil e Portugal.

viernes, 12 de julio de 2013

CODICIA y LÁMPARAS MARAVILLOSAS 

Queridas niñas, queridos niños… Os propongo un cuentecillo sobre la codicia, un pecado capital practicado con excesiva indulgencia y con el agravante de la comezón por el lucro inmediato, es decir: el enriquecimiento logrado no por medio de la industria sino de los artificios financieros. La historia es producto de una de las lecturas más cautivadoras de mi vida, de una curiosa conversación con un comerciante sirio en el bajo Albaicín –en Granada– y, por supuesto, del sueño. La narración del genio de la lámpara forma parte de Vigilia fantástica y Apócrifo de Benengeli (Ediciones de la Diputación de Albacete – Colección de Narrativa. I.S.B.N.: 84-86919-40-1) y de la colección Mucho Cuento (Certamen de Relatos Hiperbreves – Editorial Acumán, Toledo. D.L.: AB-244-2000).




LA HISTORIA VERÍDICA DEL GENIO EMANCIPADO

Siendo niño ya me resistía a creer los cuentos de hadas y brujas y las historias de duendes, genios o fantasmas. Por eso no terminé de creerme, aunque me fascinase, aquella leyenda que cuenta cómo el viejo y sabio rey Salomón, hijo de David, ejerció uno de los dones más valiosos recibidos de Dios sobre los genios de la tierra. Refiere esa historia fabulosa que los genios habían enojado al rey sublevándose contra él cuando éste les exhortó a adorar al Dios Único y a renunciar al culto de los pueblos idólatras. Como quiera que se negasen a obedecer, el rey Salomón lanzó a sus ejércitos contra los que formaron los genios y los infieles. En la cruenta batalla combatieron los hombres contra los hombres, los genios rebeldes contra los genios fieles y hasta las fieras y las aves lucharon unas contra otras. Pero la victoria había de ser para las huestes leales. Fue entonces cuando el profeta de Dios recordó que debía honrar a quienes le obedeciesen, por su sumisión, y que poseía el poder de encerrar a perpetuidad a cuantos le desobedeciesen. Así pues Salomón encerró a los genios impíos en jarras de bronce que selló con plomo y arrojó al mar. Esta es la razón por la que a veces, en otros cuentos, los pescadores encontraban entre las jábegas una jarra de bronce de cuyo interior podía salir, si se rompía el sello, una persona espantosa de talla elevadísima, la cual, creyendo que Salomón aún vivía, exclamaba <<¡Perdón! ¡Perdón, profeta de Dios!>> y casi siempre se sometía a la voluntad de su libertador y cumplía sus deseos; pero, como el conjuro era poderoso y permanente, muchas veces se volvía a sublimar involuntariamente hacia el interior de la jarra, que quedaba desprecintada ya para siempre.

Ahora, que me creo menos ese tipo de historias pese a que siguen fascinándome, quiero contaros lo que vi y oí una madrugada al salir de la modorra que me había invadido mientras leía en la biblioteca de mi casa. Intentaba vencer ese sopor profundo para irme a la cama cuando el oído me indicó la dirección de la que venía un murmullo bisbiseante. Pesadamente, giré la cabeza lo suficiente para distinguir dos figuras en la penumbra: una inmensa que apenas cabía en la estancia y que sostenía a la otra, minúscula, sobre la palma de la mano y le hablaba en voz muy baja.


¿Sabes, muchacho? Estos tiempos están tan necesitados de sosiego. Verdaderamente, echo de menos otras épocas, cuando la gente sabía escuchar las viejas historias y todavía confiaba en que, un día, podría ocurrirles algo fantástico a ellos mismos. Pero hoy no queda ni esperanza ni imaginación. Ni siquiera para pedirme deseos. No tengo que ir muy lejos para ponerte un ejemplo. Al final de la última guerra que ha conocido el Golfo Pérsico, había un soldado licenciado que barzoneaba por los arrabales de Bagdad. Era época de gran carestía y de no poco peligro, no todo proveniente de los reinos enemigos. A este pobre tullido, y por ello licenciado, lo echaron del barracón en el que él, su mujer y sus tres chavales moraban junto con otras nueve familias de sargentos. Tuvo, pues, que ponerse a buscar un techo por las afueras de la ciudad, entre cascajos y vehículos abandonados. En esto que, buscando y rebuscando, lo encandiló un destello resplandeciente de mi lámpara, que aún no acierto a adivinar lo que hacía en un lugar tan sucio y alejado de las escaleras que parten del jardín a la última sala de la Cueva de las Maravillas, que es su sitio de retorno. Supongo que, como es costumbre, se frotó los ojos e inmediatamente la alzó para esconderla en su pecho. Echó a correr y se alejó de la Ciudad de los Creyentes adentrándose en el desierto. Como no vería bien el material del que estuviera hecha mi pequeña pero conveniente lámpara, sopló para quitarle el polvo y todavía, con la manga, frotó el metal hasta hacerlo relucir.

¡Tras ciento sesenta y nueve años me invocaban a solidificarme! Normalmente me materializo bastante sonriente pues no suelen transcurrir menos de quinientos años entre servicio y servicio. Esta vez no estaba preparado. Con tanto jaleo, además, no me apetecía nada salir. ¡Pero, chico! Son los gajes del oficio, y contesté huraño:

- Habla, amo Nardin. Tu palabra me hará siervo tuyo. Pídeme lo que quieras.>> Es la fórmula habitual. Entre el susto, mi voz ronca y el llamarle yo por su nombre aquel pobre diablo se quedó mudo al principio. <<Soy el genio de la lámpara del Jardín de las Maravillas. Pídeme cualquier cosa que desees y tu petición será obedecida.>>

Saliendo ya del shock, y perdona el barbarismo pero es que me hace tilín esta palabra del Imperio de Occidente, me respondió aquel hombre:

- ¿De verdad eres el genio de la lámpara?

- Sí, amo.

- ¿Y puedes procurarme lo que yo te pida?

- ¡Sí, claro! ¿Qué quieres? ¿Comida? ¿Mujeres? ¿Oro? ¿Perfumes? Todo cuanto seas capaz de formular en un solo deseo puede ser tuyo.
Empezando a perder el miedo, dice Nardin:

- ¿Es eso cierto?

- ¡Sí, hombre, sí! Tan cierto como que no hay nada ni nadie más grande que Dios en el Universo. ¡Pero pide, hombre! ¡Que no tengo todo el día!>> Esto lo dije para darme tono.

- Está bien, genio. Yo y mi mujer y mis hijos necesitamos una casa, pues acabamos de quedarnos sin nuestro pedazo de techo del barracón del Regimiento de los Leones de Bagdad.

- Oír es obedecer, amo Nardin.

- ¡¿Sí?! Bueno, ¡espera! Mejor aún: que sea un chalé.

- ¿Un chalé?

- Sí, un chalé con jardín...

- ¿Con jardín?

- ... y piscina.

- ¿Un chalé con jardín y piscina?

- Sí, y con un huerto de frutales y frescas hortalizas, y una acequia que lo cruce y... Un Mercedes aparcado en la puerta y...

- ¡Voto al Profeta, Nardin! ¿Es que no tienes mesura?>>, tuve que decirle al muy codicioso.

- Pues ¿qué quieres que te diga, genio? Dicen que cuando la fortuna a tus puertas está, has de abrírselas de par en par; y que por eso la ocasión la pintan calva o con un solo mechón. ¡Y qué gran verdad es, ahora que me fijo en el que llevas en la coronilla!

- ¿Conque esas tenemos, eh? Pues he aquí tu deseo, amo imprudente y descarado.

Y de una poderosa palmada lo mandé a Almería, donde ahora trabaja en un vivero, rodeado de todo lo que pidió y liberado de la onerosa carga de su familia.

- ¿Y sabes por qué has conjurado mi ira?>>, le dije mientras volaba. <<Insensato, me pides un chalé con jardín, piscina, huerto y acequia… ¡A mí! A un pobre genio como yo, de descomunal tamaño, que sin embargo se aloja en apenas un soplo escaso de aire. ¡Vete a disfrutar de tu nueva vida en el otro califato, que ya es bastante don no sólo para ti sino también para tu mujer y tus hijos, puesto que no puede haber peor desgracia en una casa, por venir de dentro, que la codicia!

Lo último se lo oí una vez al Rey Sabio mientras impartía justicia a las puertas de su magnífico templo. Sí, amigo gnomo, dale un huevo al codicioso y te pedirá la gallina. Lo que me recuerda otra historia verídica que... mejor te contaré otro día.


El genio y su amigo, al que le colgaban las piernecitas de la gigantesca mano, repararon en mi presencia ya plenamente consciente, me miraron y bufaron malhumorados. El gnomo le dijo al genio <<Vámonos. Mañana te llamo y me acabas de contar...>>. Luego me miró atravesándome con sus ojillos y añadió <<Sin in-ter-rup-cion-es>>. Se estrecharon las diestras no sé cómo y al instante desaparecieron de mi vista. El gnomo saltó desde la palma de la mano del genio al suelo, pero justo antes de tocarlo su cuerpo se desintegró en una miríada de chispas que destellaron como la purpurina. El genio se sublimó en una columna de humo azul que, a su vez, retrocedió hasta el interior del segundo volumen de Las mil y una noches. Yo me levanté del sillón, eché a andar dando tropezones y me fui a la cama a seguir soñando mi sueño.

Genie. By Jeff Read


jueves, 4 de julio de 2013

HIPPIES, POLVO & FRANK ZAPPA


Hoy me ha dado por desempolvar otra de esas epifanías, unas verídicas y otras recreadas, de mi colección La teoría del polvo. Cuentos de las Sierras de Alcaraz y del Segura. Una lectura rápida y ligera –o no tanto– sobre otro encuentro fugaz, a principios de un verano cualquiera. Un breve diálogo, originalmente, en el que las intervenciones del caminante sólo trabarían el desarrollo de la teoría vital abreviada de la “antigua” compañera de facultad; de ahí el monólogo. Y como contrapunto sonoro, por alusiones, una dosis del rock-fusión más gamberro que ha existido jamás.


TEORÍA ABREVIADA DEL POLVO



A nosotros lo que no nos va, para nada, es el rollo budista. Por eso nos vinimos de La Alpujarra dejando allí a los otros colegas. Para estar vivos hay que moverse, tú lo sabes.

Nos queda mucho para ser una comuna de verdad aunque en eso estamos. De momento vamos resolviendo el autoabastecimiento. Tenemos habas, papas, tomates, cebollas, lechugas, calabazas y pepinos, un granado, un caqui, varias higueras, almendros, nogales, cerezos, un poco de maíz, algunas cabras, un par de cerdos y gallinas. También tenemos panales. Y adivina...

La planta de la energía cinética.

No vayas a contar dónde estamos. A dos de mis compañeros ya los dejaron en paz después de la historia de la insumisión pero lo de la insumisión fiscal es más chungo. No te creas que nos preocupa la Guardia Civil. Si encuentran la maría, te la arrancan y se acabó. Como no vendemos... A decir verdad, nos llevamos bien con ellos. Hay una pareja que pasa por aquí de vez en cuando. Pasan sin bajar del todo-terreno, saludan sonriendo y siguen.

Mira, ya hemos llegado. La cultivamos en invernadero. No te escandalizas, ¿verdad? Te voy a decir una cosa. Yo antes no lo tenía tan claro, hasta que lo vi cuando estuve en California. ¿A que no sabías que pasé tres años en un sitio llamado Walden Six?  Pues sí. Al acabar la carrera me fui a ese sitio perdido en las Montañas Rocosas con aquel novio que tenía. ¿Te acuerdas? El del pelo largo y rizado, con perilla y gafas a lo John Lennon. Qué gracia: perdía el culo con Frank Zappa.

Ese.

A lo que iba. El país es un monstruo devorador de hombres y mujeres. Los engulle y los defeca, como a los frailecillos de Pasolini, convertidos en piezas de usar y tirar. Después de ver lo que he visto, tengo que ponerme de parte de las guerrillas y de los plantadores de coca latinoamericanos. La coca no es buena, no. Pero es el único arma que tienen frente al monstruo, que es el mismo que la demanda y ordena la producción y la distribución y que cada vez tiene más control en todos los rincones del continente. Como dijo una vez el comandante no-sé-qué, no me acuerdo ahora, la coca es la bomba atómica de Latinoamérica. Menos mal que aquí no me oyen mis colegas. Reconozco que por ahí me hace aguas el pacifismo.

Esta energía cinética nuestra no es dañina. ¿La has probado? Te mueve a la risa, al amor, a la paz. Te mueve, te exhuma los sentimientos, por muy hondo que te los haya sepultado el sistema. La sedimentación del polvo, la petrificación no es razonable nada más que para los muertos. ¿No crees?

Fíjate en este fósil de amonites. Lo encontré un día arando. Lo llevo al cuello, primero porque es pequeñito, no te creas que no me mueve la estética también. Pero lo llevo para que me recuerde que estoy viva y que tengo que hacer tantas cosas antes de que alguien o algo de otra era me encuentre así, encogida, petrificada. Otras veces me coloco mogollón, con un poco de maría, enfocando y desenfocando la vista por la espiral. Mola si lo dejas a tiempo. Si no, te entra un mal rollo...

Los seres vivos tenemos que manifestarnos transitando, levantando el polvo, intercambiándolo.

No te rías, hablo en serio. Igual que los torrentes abren cursos y dejan su señal, aunque se sequen en verano, los seres vivos tenemos que dejar atrás nuestra estela con el polvo que hayamos levantado a nuestro paso por poco que perdure.

Más me vale dejarlo ya porque veo que no te lo estás tomando en serio, guasón.

Es increíble. ¡Cuántos años desde la facultad! Tiene que significar algo que nos hayamos encontrado aquí y ahora. No es fácil coincidir en el espacio y en el tiempo en mitad de una sierra. Mucho menos tan lejos de Granada. Si no tuvieras que irte, te ibas a comer un plato de habas con jamón y huevos así de grande.

No te insisto. Hip, man! ¿Te acuerdas?

Salud, compa, y cuídate. ¿No te habrás aburguesado mucho? Da igual, vuelve por aquí.


Frank Zappa
Willie the Pimp (Hot Rats. 1969)

martes, 4 de junio de 2013

SWING IBÉRICO: OLÉ SWING

Conspicuos defensores de “lo ibérico”, en sus diversas manifestaciones, han apelado a la ortodoxia, a la pureza y a un sinfín de pamplinas, como si la Península hubiese sido culturalmente una especie de Islandia continental. Por el contrario, cualquiera que aprovechase un poco las clases de historia del colegio y del instituto –y cuya moral o religión no le prohíba suspender sus conocimientos e inteligencia dependiendo del tema del que se hable– debería saber que “lo ibérico” es producto del mestizaje. Los periodos históricos de aislamiento –de “peninsularidad”, podríamos decir– han determinado la evolución del concepto y del producto, pero en modo alguno puede negarse la evidencia de que la Península Ibérica ha sido, es y parece que seguirá siendo un crisol perfecto (conste que uso el adjetivo con muchos reparos).


Centrémonos en el ejemplo de Olé Swing. Estos cuatro tíos (lo digo con todo el respeto) han sacado un disco de Gipsy-Jazz + Copla haciendo lo que han hecho siempre los flamencos, es decir: asimilando, reinterpretando géneros y fundiendo estilos y ritmos ajenos. Si no hubiera sido así, el hermoso árbol del flamenco no habría llegado hasta este siglo… O podría haber llegado con hechuras de bonsái, bello y prisionero de sus formas.


Démonos otra oportunidad. Nos guste o no la época de su esplendor, la copla sigue aquí, semi-tapada para agravio de Imperio Argentina, Estrellita Castro, Concha Piquer, Juanita Reina, María Dolores Pradera, Antoñita Moreno, Rocío Jurado, Carlos Cano, Martirio, (etc.); y para agravio de los maestros del género: Quiroga, León, Quintero, Marquina, Valverde, (etc.). Seguramente tenía que venir Olé Swing a presentarla vestida con otros ropajes: la jam session y el estilo “hot jazz” de guitarra, creado por el belga-romaní Django Reinhardt y culminado junto al violinista parisino Stéphane Grappelli en el Quintette du Hot Club de France (1934-1937). A ver si así aprendemos a querer “lo bueno de lo ibérico” un poquito más.

¡Ah, cuidado con la mixtura! Se sube a la cabeza. Por cierto… ¿Se nota mucho que de niño me tragué Cantares (RTVE), de Lauren Postigo, cada viernes por la noche?

Youtube: Olé Swing y Toni Zenet interpretan La bien pagá


miércoles, 22 de mayo de 2013

POR LAS CHARCAS DE ALBACETE – 2 

Humedales naturales de la provincia (a pie y en bici)


Ruta en BTT (día 5 de mayo de 2013): Laguna salada de Pétrola – Hoya Veilla – Las Lagunicas (Horna) – Casas de Víllora – La Losa – (Cañada Real de Cuenca a Cartagena) – Campillo del Negro – (Autovía A-30) – Mercadillos – Sierra del Chortal – Sierra de Enmedio – Laguna y Sierra de Ontalafia. ± 30 Kms.

Laguna salada de Pétrola desde el cerro Cola de Caballo (05-05-2013)

No sólo el nombre sino también el enclave de Pétrola y sus alrededores pueden considerarse esdrújulos. Dejando al Este el Complejo Lagunar de Corral Rubio, mis camaradas y yo recorremos por fin esta zona de lagunas endorreicas, de aguas salobres por los sedimentos evaporíticos y de vegetación halófila, cuyas sierrecillas tienen una clara orientación sub-bética y en las que vemos los depósitos de agua de lluvia hasta en las cimas de los montículos. Si aún quisierais más esdrújulas, aún podría mencionar la pulcra finca vitivinícola de Víllora y Los Aljibes.

La biomasa vegetal de la cuenca, el pastizal halófilo, el albardín, los carrizales y los juncales de la Reserva Natural de la Laguna Salada de Pétrola configuran un refugio apacible para aves limícolas como la avoceta, el chorlitejo chico y el lavandero, para anátidas como la malvasía cabezablanca y el tarro blanco, y para el flamenco común (phoenicopterus roseus), la especie más llamativa de cualquier humedal o marisma: su esbeltez, su color más o menos rosa y su vuelo elegante lo explican bien.


Zona de Las Yeseras de Pétrola (05-05-2013)

Con la falsa idea de que, al abandonar el entorno inmediato de Pétrola, dejamos atrás la posibilidad de encontrar esa avifauna característica del humedal, nos entretenemos mucho intentando recorrer el contorno de la recoleta laguna. Y digo “intentando” porque el camino está inundado en el tramo de Las Yeseras. Así que, contentos con la contemplación de la colonia de flamencos de la peninsulita de la parte Oeste desde el cerro Cola de Caballo, adoptamos con acierto la decisión de emprender la marcha por la carretera CM-3255 hacia Horna.

Flamencos. Las Lagunicas (05-05-2013)

¡Qué descubrimiento, para mí al menos! Primero, el verde fresco y el azul marino de Hoya Veilla bajo el cielo despejado. A continuación Las Lagunicas de Horna, que parece que hubiesen sido ascendidas al siguiente nivel del escalafón lacustre. Y, para mi sorpresa, un grupo de unos treinta flamencos que descansa y rebusca alimento a campo abierto, con relativa confianza si se tiene en cuenta que a veinte metros los vehículos de motor circulan a la velocidad permitida en la carretera local. Las malvasías, los tarros y los chorlitejos, por su parte, prefieren en todo caso la intimidad de los juncales.

Los flamencos levantan el vuelo. Las Lagunicas (05-05-2013)

Hasta aquí ha sido imposible imprimirle un ritmo constante al pedaleo. Desde aquí tampoco será más vivo. Pese a abandonar el propósito de hacer fotos, uno sigue embelesado al avanzar por el camino de Horna a Pinilla en el tramo anterior a las Casas de Víllora. Rodeamos estas apartándonos del camino en busca de la Cañada Real de Cuenca a Cartagena a través de los campos de La Losa, con sus charcas inesperadas y sus viñedos en espaldera. Tomamos la cañada y subimos a Los Villares, hacia el Noroeste, para luego descender rápidamente, ya sí, por el Campillo del Negro hasta sus casas y continuar hacia los Mercadillos de Abajo, al otro lado de la A-30 (kilómetro 314).

Camino de Horna a Pinilla. Casas de Víllora (05-05-2013)

Víllora (05-05-2013)

Desde el puente de la autovía, la hierba de Los Majanares, de Los Graminales y de El Navajillo parece una ría verde contenida entre estas serrezuelas que apuntan al Suroeste. Aunque nos gustaría seguir en línea recta por mitad del verdor hasta Las Encebras, preferimos asegurar la llegada a Ontalafia a la hora acordada con nuestro equipo de apoyo. Por eso, subimos a los Mercadillos de Arriba, desde donde tomamos el camino que bordea las sierras del Chortal y de Enmedio hacia la Laguna y la Sierra de Ontalafia.

Viñedos en espaldera. La Losa (05-05-2013)

Mercadillos de Abajo. Pozo Cañada (05-05-2013)

A nuestra llegada a la propiedad privada de Ontalafia, el cielo se cubre de estratocúmulos blancos. Los verdes y los amarillos se extienden a lo ancho del corredor y hacia atrás, hasta Buenavista. El calor, bastante soportable, hace pensar en lo riguroso que debe de ser el estío por aquí. Pero en el día de hoy no se me ocurre un sitio mejor para apartarse del turismo frenético de los puentes de mayo. A menos de ocho kilómetros bulle ya la hilera de los que retornan a la capital del país, mientras que este lugar conserva una quietud que se antoja inveterada. Me prometo volver sin tener a nadie esperándome para cargar la bici en la furgoneta. Entonces admiraré la laguna desde lo alto de la sierra, de cerca es imposible. Algo malo había de tener.

Finca, laguna y sierra de Ontalafia. Albacete (05-05-2013)


● ● ●


Ruta alternativa (día 9 de mayo de 2013): Laguna salada de Pétrola – Hoya Veilla – Las Lagunicas (Horna) – Casas de Víllora – La Losa – Cañada Real de Cuenca a Cartagena (hacia el SE) – Hoya Redonda – La Casilla – Casa Nueva de las Veredas – Casa y Cuerda de Olivares – Los Aljibes de Víllora – El Hoyo (Hoya María y Hoya Pajar) – Cerro de San Gregorio de Pétrola. ± 32 Kms.


Flamencos en vuelo. Foto de José Luis González

Los viñedos del domingo, día 5, han reavivado mi curiosidad por Los Aljibes de Víllora. La ruta cambia al salir por los campos de La Losa a la Cañada Real, en el paraje de los Medianiles del Campillo. La cuadrilla de esta tarde rueda hacia el Sureste por Hoya Redonda y La Casilla, que acogen sus respectivas charcas. Cuatrocientos metros antes de la Casa Nueva de las Veredas nos apartamos de la cañada para buscar las Casas de Olivares haciendo varios zigzags. Volvemos a cambiar de rumbo para dejar a nuestra derecha la Morra de Montesinos y entrar en el campo de Los Aljibes.


¿Encina o pino? (05-05-2013)

A saber por qué pensamos que podríamos encontrar la bodega abierta y de paso meter las narices un poco. No hay nada que hacer. La finca está cerrada a cal y canto, aunque dentro tiene lugar una sesión de fotografía. Una niña vestida de primera comunión y una cervatilla muy sociable acaparan la atención de los presentes. No cabe duda de que no se nos esperaba. No hay más remedio que volverse a Pétrola para catar caldos. Por el camino que lleva a Horna seguimos hasta el sendero que sale, a la derecha, hacia El Hoyo y Pétrola, a donde llegamos por el Cerro de San Gregorio, en el barrio alto.

Tras nuestro refrigerio a base de banderillas y espumoso zumo de cebada, la puesta del Sol nos sorprende en Las Yeseras, guardando las bicicletas. Una joven pareja que se dirige al observatorio de aves nos saluda tímida. Van bien provistos de patatas fritas y coca-cola. Lo que no se ve pero seguramente llevan también es mucho amor inaplazable, como tiene que ser. Inciso aparte, la curiosidad ha quedado apaciguada, no satisfecha. Estos campos son bien deleitosos, no sé si para las abnegadas labores agrícolas pero sí para la práctica deportiva y el disfrute de la naturaleza. Una naturaleza transformada por la mano del hombre, pero muy hermosa aún y sin heridas de muerte. ¡Que el fracking nos pille confesados o encomendados a Alguien más influyente!

La Laguna de Pétrola desde el Cerro de San Gregorio (09-05-2013)


 Saludos, camaradas de ruta:
Alfredo Domínguez, José Luis González, Fernando Huguet y Antonio Puertas.

lunes, 13 de mayo de 2013

DÍA DEL LIBRO (con algo de retraso) 

Manifiesto anti-complaciente del Día del Libro


Dicen que todos los santos tienen su octava. Beatería aparte, quiero decir que, aunque sé bien que han pasado tres semanas desde el 23 de abril, me gustaría compartir con vosotros el manifiesto que se me encargó escribir y leer a la comunidad educativa de mi instituto.

No lo hice en la fecha oportuna porque en mi centro el grueso de las actividades asociadas a dicha celebración tuvieron lugar el día 30 de abril -por razones estratégico-pedagógicas-, motivo por el que no era adecuado publicar el texto el día 23. Pero procedo a hacerlo ahora porque me parece que hay que poner el Día del Libro en su sitio, la lectura y los libros en el suyo... Y la propaganda donde a vosotros os parezca conveniente.

¿Queréis leerlo? Pinchad -o no (eso es lo bueno de la lectura)- aquí: Manifiesto anti-complaciente del Día del Libro. I.E.S. Justo Millán - 30 de abril de 2013.

domingo, 12 de mayo de 2013

POR LAS CHARCAS DE ALBACETE – 1 

Humedales naturales de la provincia (a pie y en bici)


Cuando mis camaradas biólogos y geólogos me han explicado que la provincia de Albacete en absoluto puede considerarse seca, me ha costado aceptarlo sin un punto de escepticismo. Hasta este año, los largos ciclos de sequía y los usos agrícolas no nos habían ayudado mucho a los profanos en hidrografía y en humedales a compartir esa afirmación.

En cambio las abundantes precipitaciones de los últimos meses han contribuido a que los humedales naturales de Albacete, los conocidos y los desconocidos, vuelvan a mostrar quizás sus niveles históricos, prácticamente olvidados hasta el extremo de que la propia toponimia de no pocos parajes ha parecido mendaz durante lustros. Del mismo modo, también resulta ahora mucho más fácil comprender la ubicación de algunos pueblos, cortijadas y casas de labor.

La serie Por las charcas de Albacete pretende celebrar humildemente que los arroyos, los canales, las charcas, las hoyas, las lagunas, las lagunicas, los lavajos, los nacimientos, las navas, los pozos y los ríos han vuelto a rebosar. Puede que el hecho no haga feliz a todo el mundo. A los caminantes y a los ciclistas seguro que sí, aunque haya habido que acarrear la bici al hombro y mojarse, en fin, hasta donde haya sido necesario.

Por favor, disculpad la escasa calidad fotográfica de la galería. La mayoría son fotos hechas por mí, con el móvil y, a veces, con el pulso un poquito acelerado.


Canal de Acequión en Albaidel - 1 (14-04-2013)


Canal de Acequión en Albaidel - 2 (14-04-2013)


Lavajo de Tinajeros (04-05-2013)


Canal de María Cristina, entre Tinajeros y Albacete - 1 (04-05-2013)


Canal de María Cristina, entre Tinajeros y Albacete - 2 (04-05-2013)


Campo encharcado junto al Canal de María Cristina.
Chinchilla de Montearagón al fondo (04-05-2013)


Lagunas de Ruidera. Caudal entre las lagunas Tomilla y Tinaja (16-03-2013)


Lagunas de Ruidera. Cruzando el Río Pinilla entre El Ossero
y el impracticable vado de la Casa de Ávila (16-03-2013)


Las Lagunicas de Horna (05-05-2013)

miércoles, 1 de mayo de 2013

POR LAS CHARCAS DE ALBACETE –

Calar del Mundo: Cotillas (Albacete) – Dehesa de Angulo – Laguna de Siles – Vallejo de los Arenales – Melojar de Cotillas – Poyo del Espliegar – Cotillas


Tras la abrumadora pluviosidad de los últimos meses, la naturaleza convida a gozar no sólo de las reverdecidas cumbres sino también de las charcas, los humedales, las lagunas y hasta de los canales y los regatos, transformados transitoriamente en ríos de bravo caudal. No obstante, inicio esta serie de entradas con el número cero porque no quiero empezar a ser un embustero a estas alturas. El primer paraje encharcado de la serie no se encuentra en la provincia de Albacete, sin embargo sí está más cerca de Cotillas que de Siles, el pueblo de Jaén en cuyo término municipal se halla. Como veis, más temprano que tarde, voy a cumplir la amenaza de salir por los cerros de Úbeda o un poco más acá.

Laguna de Siles (hacia el NE)

Sábado, día 16 de abril de 2013: por primera vez en todo lo que va de año, el pronóstico meteorológico es favorable para la marcha prevista de acuerdo con nuestro programa. Al levantarse las nieblas, el Calar del Mundo se muestra incitante. Pero hemos venido a bautizar a una nueva montañera y tenemos planeada una benigna ruta de alrededor de 14 kilómetros bastante “llanos”. Los regalos de iniciación son dos de los lugares singulares más sorprendentes del Parque Natural de los Calares del Mundo y de la Sima: La Laguna de Siles –o de Bonache según la cartografía del I.G.N.– y el Melojar de Cotillas.

Laguna de Siles (hacia el SO)

Si no se tratase de una iniciación, como he explicado, comenzaríamos la marcha a pie desde el Señorío Godo –si me permitís que funda libremente las dos posibles fuentes etimológicas de la palabra “Cotillas”– por la pista forestal que va a Arroyofrío bordeando las laderas Suroeste del calar. El hecho es que nos trasladamos en coche hasta la cantera del Collado de la Eras de la Navilla. A partir de ahí hacemos el pre-calentamiento encarando la ascensión más desnivelada del día, unos 260 metros en poco más de mil quinientos metros lineales a través de la Dehesa de Angulo. Nuestra nueva compañera estaba advertida del abrupto arranque aunque recela de nuestra aptitud como guías hasta comprobar que, verdaderamente, en 45 minutos hemos alcanzado el poljé de la laguna.

Laguna de Siles (hacia el SE)
Laguna de Siles. Foto de Fernando Huguet

La transición del pinar de la ladera a la vegetación mediterránea y a la raña de la gran dolina siempre alegra la vista y ayuda a enjugar los sudores. Caminamos como paseantes parlanchines el kilómetro de senda que conduce a la geminada laguna y todavía llegamos antes de que nos hagan la habitual y levantisca pregunta de “¿Cuándo se almuerza aquí?”. He de admitir que esperaba más abundancia de agua; en mayo del año pasado el nivel estaba más alto. Los sumideros del karst permiten a la arcilla retener un volumen limitado de agua, suficiente –a la fuerza– para las ranas, que siguen croando hasta que nos ven y se zambullen ruidosamente, y para el resto de la fauna del lugar, entre la que hoy nos incluimos.

Vistas de Cotillas y de la Loma del Águila. Foto de Fernando

Ya que hay que hacerlo, almorzamos junto al poste del ramal del PR–A 78 (de Siles al Puntal de la Ajedrea), a un par de kilómetros al Suroeste de aquí. Son las 12:00 horas y querríamos llegar al Melojar antes de que alguien se acuerde de la siguiente cuestión de intendencia: “¿Dónde vamos a comer?”. Desandamos el kilómetro anterior pero, en vez de mantener la dirección hacia el barranco de Las Covatillas y remontar a las cotas más altas del calar, nos dirigimos al Vallejo de los Arenales por la agradable senda que deja a la izquierda los Peñones del Roblellano y las vistas de Cotillas y de la Loma del Águila.

El Melojar sin hojas - I. Foto de Fernando Huguet

En el Vallejo de los Arenales, nos abrimos paso entre un rebaño ovino hasta la fuente. Desde ahí ascendemos al bosque de robles melojos del término de Cotillas, que ha empezado a mostrarse en lo alto de las laderas de enfrente. Sabíamos que era pronto aún para disfrutar plenamente del bosque caducifolio, pero la luz de esta hora acentúa la desazón de ver los robles desnudos. Llegando a la Dehesa de la Cañada de los Mojones… “¿Dónde vamos a…?”. Aquí. Son las 14:45 horas e iba a decir que en la dehesa hacemos la parada correspondiente para, luego, bajar a la otra gran dolina de la ruta. Este hueco abrigado del Melojar, con zonas de umbría y con una amplia solana central, ha conservado un bosque inesperado en esta latitud. Si no, que le pregunten a mi camarada navarro, Fernando Huguet. El rastro dejado por al agua en los limos secos y polvorientos del barranco por el que hemos descendido y en la base de la dolina es patente, sin embargo nunca hemos encontrado siquiera una charca.

El Melojar sin hojas - II. Foto de Roberto

16:30 horas. Para que la merienda no nos sorprenda aquí arriba, salimos del Melojar dejando a la izquierda la Peña de la Lastra y buscamos la senda que salva las paredes del Poyo del Espliegar sin dificultades. Nos encaminamos al Rincón del Judío, nos detenemos a refrescarnos y a bromear unos minutos en la Fuente de las Canalejas. Al llegar a la zona de El Pontón, tomamos la senda que recorre los bancales a unos treinta metros por debajo de la pista y, por primera vez, reparamos en el singular “pino de las cuatro patas”. En poco más de una hora, concluimos esta especie de crono-ruta en el bar de Cotillas. Hecho el bautizo, toca hacer el banquete. Y lo prometo, no volveré a mirar el reloj tantas veces.

El Melojar de Cotillas (Albacete) en diciembre de 2012


La Laguna de Siles (Jaén) en mayo de 2012


Saludo cariñosamente a:
Manoli, la bautizada, Javi, Inma, José Luis, Belén, Manuel, Roberto y Fernando.